En ésta oportunidad quiero abordar un tema del que se ha hablado por mucho tiempo en círculos anti-católicos y que al día de hoy no pierde su actualidad. Me estoy refiriendo a la creencia católica del infierno. Trataré de ser breve y es muy probable que me vea obligado a escribir de nuevo sobre este tema en un futuro. Yo insisto, en que si una persona, que se dice Católica, no se prepara o no conoce bien del tema, puede ser fácilmente objeto de burla, ser tratado como ignorante o recibir una serie de calificativos que no estoy interesado en repetir. La creencia del infierno no es exclusiva de la Iglesia Católica, pero sí tiene unos elementos en común; y otros no tanto, que la diferencian de algunos grupos cristianos; y no cristianos, como por ejemplo el Islam. Veamos por ejemplo lo que dice el libro Sagrado de los musulmanes:
- Sura IV, 54, 55. “Entre ellos, los unos creen en el profeta y los otros se alejan de él. Pero el fuego de la gehena basta para su castigo. 55 A aquellos que se nieguen a creer en nuestros signos, los acercaremos al fuego ardiente. Tan pronto como su piel sea consumida por el fuego, los revestiremos con otra para hacerles probar el suplicio. Dios es poderoso y prudente”.
- Sura IX 34, 35. “¡Oh creyentes! Un gran número de doctores y de monjes consumen los bienes de los demás en cosas vanas y apartan a los hombres del sendero de Dios. Anuncia un doloroso castigo a los que amontonan oro y plata y no los gastan en el sendero de Dios. 35” El día en el que el fuego de la gehena sea encendido sobre sus cabezas, con ese oro y esa plata serán impresas ardientes marcas en sus frentes, en sus flancos y en sus riñones, y se les dirá: He aquí lo que vosotros mismos habéis abandonado. Probad lo que habéis amontonado”.
- Sura XVIII, 96. “Ese día dispondremos la gehena para los infieles”.
- Sura XXXV, 36, 37. “A los que no han creído, el fuego de la gehena. La sentencia que les haga morir y termine sus tormentos no será elevada, ni el suplicio del infierno aminorado. Así es como retribuiremos al que no crea. 37 Gritarán desde el fondo del infierno: ¡Señor, haznos salir de aquí; practicaremos la virtud de distinto modo que lo habíamos hecho antes! – ¿No os hemos concedido una vida bastante larga para que el que tenía que reflexionar hubiese tenido tiempo de hacerlo? Un apóstol fue enviado hacia vosotros. Sufrid, pues, vuestra pena; no hay protector para los malvados”.
Por otra parte, los Testigos de Jehová, afirman que está enseñanza es de origen babilónico la cual era común entre sacerdotes paganos, y que se extendió hasta el día de hoy. Yo comprendo, que de parte de algunos cristianos, exista ese deseo de tener creencias y prácticas puras, pero ello implicaría desconocer que “no existe una tradición judeo-cristiana pura y sin elementos paganos”. Desde el primer libro de la Biblia hasta el último, contienen un lenguaje, conceptos, ideas e imágenes “paganas”. Por ejemplo, en el libro bíblico de Génesis vemos que se incorporaron algunos “elementos de la mitología de Mesopotamia en su recuento de la creación”. Dicha influencia de la mitología de Mesopotamia, influyó en la creencia judía de los demonios, la muerte y el infierno que es el tema que nos interesa ahora. Y esto lo comento, porque esa influencia “han enriquecido la religión judeo-cristiana y la Biblia”.
La Iglesia Católica no se cierra a las diferentes formas del cristianismo, y prefiere mejor optar por ser más “receptiva a la sabiduría del mundo no cristiano, prestándole atención al consejo de San Pablo: ‘fíjese en todo lo que encuentra de verdadero, de noble, de justo, de limpio, en todo lo que es hermoso y honrado. Fíjese en cuanto merece admiración y alabanza[*]'”. Desafortunadamente la secta pseudo religiosa de los Testigos de Jehová, ha confundido el Evangelio con la cultura, pretendiendo que para seguir a Yeshua, también es necesario abandonar la cultura y ser separada de ella. Mejor dicho, en palabras de James Michener: “cuando las personas se convierten al cristianismo sólo necesitan librarse de su pecado, no de su cultura, excepto por los elementos específicos de ésta que violen las normas de las Escrituras”[†].
Quiero aclarar que en este escrito no voy hablar sobre paganismo, ya que se haría muy extensa ésta entrada y muchos de ustedes entonces podrían no leerme y ese no es el objetivo. Pero les recomiendo el siguiente libro titulado: “Paganismo ¿En Tu Cristianismo?” de Frank Viola, edición en español publicada por Editorial Vida, 2011. Además, Herbert Haag, explica: “Hehn piensa en el asirio babilónico Šuplu (cueva, profundidad). Otros Delitzsch, Hommel, A. Jeremias) buscan una dependencia de la palabra babilónica Šu’alu, que, según ellos, debe significar infierno, pero que según otros (Jensen, Zimern, Ungand) ni siquiera existe. Glaser deriva Šeol del árabe; Šeol se llamaría el lugar de responsabilidad, del juicio, de la aniquilación, del castigo. Jesen recurre al asirio babilónico Šillan (oeste); se solía imaginar en el oeste la entrada al reino de los muertos. […] Baumgartner (con Albright), en Šu’aru = Subaru, una ciudad de Babilonia, centro del culto de Tammuz[‡]…”. Debemos entender de entrada que el término infierno tiene basicamente dos connotaciones en la Biblia, y para ello paso a explicar su significado, y el de otros términos relacionados.
PRIMERO: en el campo teológico, uno de sus significados es el que hace referencia al “lugar donde los pecadores son eternamente castigados después de la muerte”; y el otro significado hace referencia a una “morada de los muertos o mundo subterráneo; donde habitan los difuntos buenos y malos”[§].
SEGUNDO: En el Antiguo Testamento se utiliza 65 veces el término hebreo sheol (Šeol) que puede traducirse como: “mansión de los muertos”, “mansión de todos los difuntos”, “morada de los muertos” o “mundo subterráneo”. Es más, realmente el significado de Seol es muy incierto. Por ejemplo, en los textos que copio de La Biblia de las Américas (Biblia de Estudio, edición 2000, por The Lockman Foundation) describen el Seol como un lugar que siempre pide más y nunca se sacia.
- Isaías 5:14:“Por lo tanto el Seol ha ensanchado su garganta y ha abierto sin medida su boca; y a él desciende el esplendor de Jerusalén, su multitud, su alboroto y el que se divertía en ella”.
- Habacuc 2:5:“Además, el vino traiciona al hombre arrogante, de modo que no se queda en casa. Porque ensancha su garganta como el Seol, y es como la muerte, que nunca se sacia; reúne para sí todas las naciones, y recoge para sí todos los pueblos”.
- Proverbios 1:12:“devorémoslos vivos como el Seol, enteros, como los que descienden al abismo”.
- Proverbios 27:20:“El Seol y el Abadón nunca se sacian, tampoco se sacian los ojos del hombre”.
- Proverbios 30:16:“El Seol, la matriz estéril, la tierra que jamás se sacia de agua, y el fuego que nunca dice: ¡Basta!”.
Entonces retomando; el Seol (Šeol) que está ahí debajo de la tierra y donde los muertos esperan la resurrección; tiene su equivalente a la palabra infiernos, pero en plural.
TERCERO: También en el Antiguo Testamento se usa la expresión “Valle (de los hijos) de Hinnom” o simplemente “Valle de Hinnom”; eso era el nombre del antiguo propietario cananeo, de quién no sabemos nada. Se dice que el valle quedaba al sur de Jerusalén y, desde el tiempo del rey Josías (siglos VII a.C.), era el lugar en donde se quemaban los desperdicios de la ciudad. El fuego que ardía continuamente en ese gran basurero pasó a ser símbolo del castigo de los impíos, en el sentido más profundo y definitivo del término.
- Según Josué 15:8 y Josué 18:16, el “Valle (de los hijos) de Hinnom” estaba situado al sur de la antigua ciudad de los jebuseos.
- Josué 18:8:“Enseguida la frontera se dirigía hasta el valle de Ben-hinom, hasta el lado sur de Jebús (la cual es Jerusalén); luego la frontera subía hasta la cumbre del monte que se encuentra frente al valle de Ben-hinom, al occidente, que está al extremo del valle de los Gigantes[**]“.
- Josué 18:16:“Entonces el límite bajaba hasta la orilla del monte que está en el valle Ben-hinnom, que está en el valle de Refaim hacia el norte; y bajaba al valle de Hinom, hasta la ladera del jebuseo hacia el sur, y bajaba hasta En-rogel[††]“.
- Nehemías 11:30:“Zanoa, Adulam y sus aldeas, Laquis y sus campos, Azeca y sus ciudades. Y ellos acamparon desde Beerseba hasta el valle de Hinom[‡‡]“. También se menciona en el Antiguo Testamento que en dicho valle al sur de Jerusalén, era el lugar donde los israelitas, en tiempos de Ajaz y Manasés, sacrificaban sus hijos a Molok.
- 2 de Reyes 23:10:“También derribó los lugares altos que hicieron los reyes de Judá, los cuales estaban en Tófet, que está en el valle del hijo de Hinom; éstos eran para hacer pasar cada uno a su hijo o a su hija por fuego en honor a Moloc[§§]“.
- Jeremías 19:3-9:“Así dirás: “Escuchen palabra de Yahweh, reyes de Judá y habitantes de Jerusalén. Así dice Yahweh de los ejércitos, el Dios de Israel: ‘He aquí que yo traeré el mal sobre este lugar, y a cualquiera que lo escuche le retiñirán los oídos. 4 ‘ Porque me han pasado por alto y profanaron este lugar al quemar incienso en él a otros dioses que no conocieron ellos ni sus padres, ni los reyes de Judá, y llenaron este lugar de sangre inocente. 5 ‘Han erigido lugares altos a Baal para quemar en el fuego a sus hijos como holocausto a Baal, lo cual yo no ordené ni hablé, ni pasó por mi mente. 6 ‘Por lo cual, he aquí, vienen días’ -declara Yahweh- ‘en que este lugar ya no se llamará más Tófet y valle de Ben-hinom, sino valle de los Muertos. 7 ‘En este lugar anularé el consejo de Judá y de Jerusalén, y los haré caer a espada frente a sus adversarios y en mano de los que pretenden su muerte; daré sus cadáveres por alimento a las aves del cielo y a las bestias de la tierra. 8 ‘Convertiré a esta ciudad en objeto de estupor y de siseo, y todo el que pase por ella se sorprenderá y silbará a causa de todas las heridas de ella. 9 ‘Y haré que coman la carne de sus hijos y de sus hijas, y cada uno se comerá la carne de su prójimo por la calamidad y la aflicción con la cual sus enemigos y los que pretenden darles muerte los afligiran[***]‘”.
Entonces, el rey Josías hizo impuro este lugar como quizá también el altar de Betel (2 Reyes 23:16) por lo tanto, se dice que para la gente de Jerusalén se convirtió en un lugar de horror y deshonor, que luego con el paso del tiempo se convertiría en un basurero donde por medio de fuego permanente se incineraban las basuras de la ciudad. Jeremías 19:3-9 que previamente transcribí, entonces como el lenguaje evoluciona, eso lo podemos ver claramente cuando ya el término pasa posteriormente a ser llamado “Valle de la mortandad” o Gehenna.
CUARTO: En el Nuevo Testamento es diferente, porque aquí, si se habla del infierno como castigo final y definitivo de los malos o pecadores; para ello se habla del Gehena o FUEGO que nunca se apaga. Se describe como un lugar de llanto y crujir de dientes; oscuro donde se está excluido de la felicidad eterna. En el Nuevo Testamento, por lo tanto, ya vemos que si existe diferente destino para justos y pecadores. Y la gehenna fué hacia el siglo 50 d.C. que “se convierte en lugar de suplicio de todos los pecadores difuntos antes del juicio final, mientras en el siglo II postcristiano, infierno y gehenna coinciden como lugar de castigo de los pecadores[†††]“.
Lucas 16:19-31: “Había cierto hombre rico que se ataviaba con lino fino blanco y púrpura, y todos los días festejaba con gran ostentación. 20 Había también un menesteroso cubierto de llagas de nombre Lázaro que estaba echado a la puerta del rico, 21 y anhelaba llenarse el estómago con las migajas que caían de la mesa de aquel rico, y hasta los perros llegaban a lamerle sus llagas. 22 Aconteció que murió aquel menesteroso, y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham, y murió también el rico y fue sepultado. 23 Y en el Seol, estando en tormentos, levantó sus ojos desde lejos y miró a Abraham, y a Lázaro en su seno, 24 y exclamando en alta voz, dijo: “¡Padre mío Abraham, ten compasión de mí! Manda a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque he aquí, estoy siendo atormentado en llama”. 25 Abraham le dijo: “Hijo mío, acuérdate de que durante tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro sus males; y mira, ahora él reposa en este lugar, pero tú eres atormentado. 26 “Aparte de todo esto, hay colocado entre nosotros y ustedes un gran abismo, para que los que pretendan pasar de aquí hacia ustedes no puedan, ni los de allá pasen hacia nosotros”. 27 Él le dijo: “Te suplico, entonces, padre mío, que lo mandes a la casa de mi padre, 28 porque tengo cinco hermanos, para que vaya a advertirles para que no vengan también ellos a este lugar de tormento”. 29 Pero Abraham le dijo: “A Moisés y a los profetas tienen; que a ellos escuchen”. 30 Entonces él les dijo: “No, padre mío Abraham, sino que si alguno de entre los muertos va a ellos, se arrepentirán”. 31 Abraham le dijo: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco le creerán a alguno si se levantara de entre los muertos[‡‡‡]‘”.
Ahora bien, esta parábola tiene una idea muy similar al Sura IX 34, 35, que transcribí al inicio de este artículo y también coincide con lo que se encuentra es en el primer libro Apócrifo, Henok etiópico, que precisamente se llama así, porque sólo se conserva completo una versión etiópica, aunque fue originariamente escrito en semíticoque; (siglo II a.C.). Con esta idea se enlaza la parábola de Lucas 16:19-31; nótese que en el verso 23 se usa “Seol” (Šeol) infiernos en plural o “mansión de todos los difuntos”.
QUINTO: Vale la pena recordar que los israelitas pensaban que, después de la muerte, todas las personas quedaban debajo de la tierra en un lugar común, que no era el túmulo. A este lugar lo llamaban sheol (en griego, hades), palabra que generalmente traducimos por “mansión de los muertos”. Entonces bajar a “la mansión de los muertos” quiere decir, por tanto, morir. Hay que tener atención en no confundir INFIERNOS (sheol, hades) con infierno, entendido como castigo definitivo para los malvados.
Finalmente quedan muchas cosas más por mencionar, pero no quiero hacer muy extensa esta entrada, para evitar que no me lean en su totalidad. Mi posición como creyente que soy, es que sí hay un infierno, donde algunos por su accionar, irán a parar. Y yo comparto lo que se menciona en el 1035 del Catecismo de la Iglesia Católica, donde se reconoce “la existencia del infierno y su eternidad”. Y a donde “las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, el fuego eterno […] La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira”.
En un artículo posterior en la medida de lo posible espero ya contestar algunas de las preguntas y comentarios que me hacen de forma privada por medio de mensajes de correo electrónico, para que se hagan a una idea les comparto algunas preguntas: ¿Puede sufrir la muerte una condición de castigo eterno por medio de fuego que no se extingue? ¿Puede quemar alguien a la muerte? ¿Qué significa cuándo en el Credo se dice que Jesús descendió a los infiernos, sí Jesús no tenía pecado?
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